Nada Personal

Ebrard y la “investigación” de Aristegui

J.M. Pasado



La reflexión a bote pronto, alejada de cualquier empatía o discrepancia con el ejercicio periodístico de Aristegui, obliga a reformular la pregunta inicial: lo de la Casa Blanca de Peña ¿es una investigación periodística, o política?
* Yunes da pena ajena
* Comparecencia relajada, la de SSP

Muy pocos de esos sesudos “opinadores” se han detenido en un punto de reflexión sobre la investigación de Carmen Aristegui por el caso de la llamada Casa Blanca de Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera: ¿quién está detrás de la periodista?
Justamente en su texto “La fuente de Carmen Aristegui”, publicado en el número reciente del colorido semanario Veranews que se edita en esta ciudad, Salvador Muñoz lanza la pregunta ¿quién es su fuente?
No es ocioso el cuestionamiento porque estamos frente a una pregunta que con mucha seguridad provoca debates en cualquier foro académico, universitario o de profesionales de los medios de comunicación.
La reflexión a bote pronto, alejada de cualquier empatía o discrepancia con el ejercicio periodístico de Aristegui, obliga a reformular la pregunta inicial: lo de la Casa Blanca de Peña ¿es una investigación periodística, o política?
Hay varias condiciones que permiten inferir que más bien se trata de lo segundo; que detrás del ejercicio periodístico de Aristegui hay intereses políticos.
En el Distrito Federal no es posible realizar construcciones de particulares en grandes dimensiones sin pasar distintos filtros obligados por el Gobierno del DF a través de sus delegaciones.
La llamada Casa Blanca de Peña Nieto, según un valuador particular consultado por Aristegui y su equipo, alcanza un costo de 86 millones de pesos, algo así como 7 millones de dólares.
Fue construida en un terreno de mil 414 metros cuadrados, producto de la fusión de dos predios, el de Sierra Gorda 150 (de 685 metros cuadrados) y el de otro contiguo marcado con el número 160 (de 728 metros cuadrados).
Para que fuera posible la compra de ambos predios y posterior construcción de la Casa Blanca tuvieron que solicitarse permisos, formularse notificaciones y el registro de los planos en la Delegación Miguel Hidalgo.
El Gobierno del Distrito Federal, en ese entonces gobernado por Marcelo Ebrard, era el único que tenía acceso a la información de la residencia que se construía Peña Nieto y su esposa, la actriz Angélica Rivera. Era Marcelo, pues, el único que daba el visto bueno a cada uno de los procedimientos para levantar la monumental residencia.
Para nadie es un secreto la afinidad de la periodista Carmen Aristegui con la izquierda mexicana, sobre todo con el propio Marcelo, al quien el Gobierno de Enrique Peña Nieto le hizo la mala jugada de suspenderle la operación de la Línea 12 del Metro que él construyó en el DF.
¿Será, acaso, que una condición de revanchismo motivó el escándalo de la Casa Blanca de la pareja presidencial? Parece que sí, aunque sólo en las altas esferas del poder político lo sabrán.
Lo que es un hecho es que lo de Carmen Aristegui parece más una investigación política. Por eso habría que ser mesurados
y no elevar a los altares a la periodista, quien junto con otros formadores de opinión se erigen como los redentores del pensamiento mexicano.

NO MARCHEN

Pena ajena, sí, es lo que da Miguel Ángel Yunes Linares cuando se le ve en los registros fotográficos tundiéndose a madrazos con militantes activos del PAN de la ciudad de Veracruz, en franca disputa por la dirigencia municipal de ese partido en el puerto. Si no gana, arrebata, inclusive con violencia, es lo que denotan las imágenes que se divulgaron en la prensa veracruzana, con algunas salvedades como la del Notiyunes. Miguel Ángel, que se afama de una amplia trayectoria política, que reclama disciplina al Gobierno y a la clase política de Veracruz, parece no ser más que un borracho que se niega a salir de la cantina cuando ya no lo quieren por mala copa. Con ese activo panista que intenta adueñarse de Acción Nacional, los del PRI se la llevarán cómodamente si el vetusto Kid Yunes opera la elección federal como parece ocurrirá… No son pocos los vividores que amenazan a algunos gobiernos municipales con eso de que o les sueltan recursos disfrazados de apoyos o de lo contrario les meten tremendas solicitudes de información pública para ponerlos en aprietos en materia de transparencia. Ahí está esa asociación civil lucrativa “Flor de Lis”, presidida por Filiberto Lozano, quien hace una especie de manita de puerco a varios alcaldes para que se mochen a cambio de frenar las solicitudes. Pues el mismo modo de operar han encontrado otros personajillos como el delicado Jaime Ríos Otero, quien ahora anda de madre ardiente con eso de transparentar los convenios publicitarios que sostienen algunos gobiernos municipales con distintos medios de comunicación. A Jaime Ríos cuando mucho se le recuerda por su despido abrupto de Diario de Xalapa. Algo quiere, y no es transparencia… El mar de cifras ventiladas ayer por el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, a los diputados del Congreso local durante su comparecencia sólo revelan una cosa: en materia de modernización policial se están haciendo bien las cosas. No es por quedar bien, pero si algo ha trabajado el Secre, por encargo del gobernador Javier Duarte de Ochoa, es en la depuración de los cuerpos policiacos y capacitación. Ya ni hablar de la conformación de la Fuerza Civil de Veracruz, cuerpo élite que el propio Duarte reconoce como el más grande legado de su Gobierno. Bien… Sin hacer muchos aspavientos, hablando de la SSP, quien se ha destacado en esa área es el director de Tránsito del Estado, Jorge Israel Ponce de León, al que lo mismo se le ve de mañana en operativos de vialidad y por la noche-madrugada en los puestos de alcoholimetría, con los que se evitan accidentes automovilísticos de fatales consecuencias por conductores al volante. Ayer en la comparecencia lució satisfecho con el trabajo desempeñado hasta el momento… Nos vemos mañana.