Democracia idiotizada



Los dueños de los monopolios partidistas deberán entender que no resulta lógico ni sensato postular a un candidato solo por sus altos índices de popularidad
Si bien es cierto la clase política desafortunadamente tiene muy bajos índices de expectativas por parte de los ciudadanos que representan, es necesario que en esta democracia mexicana se formen servidores públicos de profesión, gente capaz que además de ser honestos y transparentes tengan conocimiento al menos de las bases que tiene la administración pública para no cometer errores a la hora de asumir los puestos de elección directa.
Y es que los dueños de los monopolios partidistas deberán entender que no resulta lógico ni sensato postular a un candidato solo por sus altos índices de popularidad, ya que en gobierno muchas veces hay que tomar decisiones importantes que aunque no son las más aplaudidas y en ciertas ocasiones llegan a causar algún tipo de molestia provisional para los ciudadanos, a la postre resultarán como un beneficio permanente para los pobladores.
Los puestos de elección popular no deben ser vistos como un botín y eso los “chiquipartidos” lo deben asumir. El que un aspirante a regidor, alcalde, diputado, senador o gobernador sea altamente conocido, no quiere decir que éste sea el idóneo para conducir los destinos de un estado o una ciudad ni tampoco para legislar o revisar propuestas de ley ejecución de obras entre otras muchas acciones que se deben tomar en cuenta en esto de hacer política.
Es por ello que resulta incongruente que algunos institutos políticos envíen al ruedo a personas que como deportistas o artistas puedan ser muy destacados pero que no tengan ningún conocimiento de lo que representa aplicar las leyes de manera puntual, ejercer los recursos de manera transparente y actuar en beneficio de las mayorías.
El que Cuauhtémoc Blanco, futbolista veterano del balompié mexicano sea candidato a la alcaldía de Cuernavaca por un partido que ni siquiera registro nacional tiene, habla de varias cosas:
1.- La falta de políticos con vocación de servicio verdadero. La gente puede irse con la popularidad y no con la experiencia.
2.- La nula ética de los mandamases de los “partiditos”; estos señores que han hecho de un partido una franquicia y un medio para vivir como burgueses a costillas del erario público. Son sabedores de que muchos de sus candidatos solamente serán el trampolín que les permita saltar al número de votos necesarios para no desaparecer como partido y que de paso les abra la puerta en la obtención de posiciones edilicias y algunas diputaciones plurinominales.
3.- El vacío que aún existe entre los partidos y las autoridades electorales para determinar los métodos de selección de candidatos ya sea un proceso interno al interior de un
instituto político o alguien que busque la representatividad ciudadana.
Con todo respeto para el futbolista, habría que preguntarle si por lo menos sabe las funciones que desempeña un cabildo o si al menos ha leído uno de los 192 artículos que contiene la ley orgánica municipal de Morelos. Vaya, si es de su conocimiento que la ciudad que quiere gobernar tiene a 15 regidores y a un síndico municipal.
Los órganos reguladores para la postulación de candidatos abanderados por un partido político o inclinados hacia una candidatura ciudadana deben cuidar a la ciudadanía de quienes serán sus postulados.
Se ha hablado como discurso recurrente del blindaje necesario para que el dinero del narcotráfico no entre a las campañas electorales, también se ha utilizado la “cantaleta” de que las candidaturas deben respetar un porcentaje para mujeres y jóvenes. Igualmente importante debe ser que los contendientes sean personas con capacidad de políticos y administradores.
Se imagina usted amable lector a “Lagrimita” presidiendo una sesión de cabildo en la capital de Jalisco. ¿Qué pensará Aristóteles Sandoval que un “payaso” quiera gobernar la ciudad que él gobernó antes de ser candidato a la gubernatura?
Ya el comediante lo dijo claro: La lucha sigue… Aunque parezca de risa, esto es muy en serio. Sé cómo se pueden hacer las cosas, no sé nada de política pero creo que no se necesita saber política para hacer bien las cosas en un municipio”.
Habría que preguntarle si el saber hacer las cosas es por ejemplo gestionar recursos federales para el desarrollo de su municipio. O tal vez si conoce los procedimientos de una entrega a recepción o quizá si tiene conocimiento de las comisiones edilicias que hay en el Ayuntamiento de Guadalajara.
Ejemplos hay muchos pero es hora de dignificar a la política y eso tampoco se hace con cartuchos quemados que su única gracia es la crítica en las redes sociales y la simulación de ideales que para muchos, es cierto, no los tienen, no les interesa y no son capaces de caminar para ganar una elección.
Nota 1. Me dio gusto en serio estar en la boda de Esmeralda Villa y José Roberto Figueroa quien tiene la función de secretario particular en el Ayuntamiento de Xalapa. A mi compañero Robert, como le decimos quienes lo apreciamos, le deseo lo mejor en esta nueva etapa de su vida. Estoy seguro que tendrá éxito como esposo, al igual que como hijo, hermano, abogado y funcionario público municipal. Enhorabuena.

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