El odio o el rencor no puede llegar a tanto, sin embargo, existen pruebas elocuentes de que la sangre caliente obnubila el cerebro de los mediocres o a quienes hoy, engreído por tener un temporal poder en el Estado, llegan al extremo de la cerrazón y, como en el caso nuestro, es la venganza el pan nuestro de cada día, es decir, los grupos mafiosos así se comportan al formar parte de una cofradía abyecta.

Es inconcebible -dirían algunos- que exista tanta saña contra un ser humano y sobre todo que provenga de alguien que se da y se sigue dando golpes de pecho –es panista- como Vicente Fox, que siempre trae el Dios en la boca, como una forma de expirar sus pecados y culpas, pero considero que de nada le servirá y pagará con su larga vida el daño que se ha hecho a un líder sindical que, si bien no es un dechado de virtudes, al menos por el pecado de exigir justicia para los mineros, fue obligado al exilio, cuando dijo un basta a quienes se han enriquecido y se siguen enriqueciendo con nuestros recursos mineros, hombres de corta vida –por los altos riesgos- que dejan a su familia en la orfandad.

“Pasta de Conchos�, en Coahuila, fue lo que derramó el vaso y más cuando el líder minero, hoy defenestrado de nuestro país, Napoleón Gómez Urrutia reclamó no solo castigo para los dueños de la mina, sino también para los funcionarios foxistas -el secretario de Trabajo, entre otros más- que pese a las cientos de denuncias de inseguridad de las mineras de la familia Larrea y otros, se hicieron de la vista gorda y que, en tanto en Chile, el presidente Piñera acudió al rescate de los mineros atrapados, aquí el presidente de la alternancia -más que nada de la vagancia, vacuidad y del ridículo- persiguió al dirigente con el propósito protegiendo a los criminales explotadores por aquello que la suerte de los muertos es designio del creador.

El líder minero exiliado en Vancouver, Canadá, no puede regresar a su patria y ha tenido que enfrentarse a once demandas y a dos acusaciones penales que, habiéndolas ganado todas, no existe seguridad de que se le respeten sus derechos, si regresa a su país, pero lo más grave de