PLANA MAYOR

Veracruz en estado disfuncional

Gaudencio



Gaudencio García Rivera
La grave, gravísima inseguridad que se vive a cualquier hora del día y la noche en la geografía veracruzana, ha impactado en la buena fe, certidumbre y en la salvaguarda de la integridad de la sociedad civil y ciudadanos de a pie.
La desilusión, reproche y reclamo que se percibe fuera de las altas esferas del poder público, por la ineficiencia, impunidad y corrupción de los altos mandos, medios y áreas administrativas de la SSP –una gran parte herencia duartista-, no se ha logrado rectificar ni un milímetro la política anticrimen en Veracruz.
Es increíble que en siete meses de la gestión del bienio del aliancista Miguel Ángel Yunes Linares, se haya cuadriplicado los delitos de alto impacto social en comparación con el semestre del año pasado.
Más de 680 crímenes dolosos, entre ellos mujeres y niños, se han registrado en los primeros seis meses del gobierno yunista desde el Pánuco hasta el Tonalá. Una cifra que aterra e impresiona en el mundo. Somos el Afganistán del continente americano.
Veracruz está en llamas, dicho coloquialmente, con un gobierno demagógico y simulador que le apostó a una estratagema del ‘gatopardismo’ anticrimen, que cada día, desafía con su barbarie a las instituciones públicas del ‘Cambio’.
A la estrategia errática y pusilánime del gobierno de 24 meses, hay que sumarle la retórica del pecado capital del gobierno transexenal de Fidel Herrera y Javier Duarte, a los que cuelga a cada rato en la hoguera política por haber engendrado los demonios del crimen organizado, pero en la práctica la inseguridad pública le ha estallado en su propia cara.
La preocupación y desdoro que refleja el gobernador MAYL en su retórica populista por las embestidas de los cárteles de las drogas -que en su travesía por recuperar los nichos que representa la plaza Veracruz no se han tentado el alma para asesinar a menores de edad-, no se ve en la reestructuración de los cuadros de la SSP.
La corporación policiaca que dirige el timorato Jaime Téllez Marié, al que le arrojaron hace unas semanas cadáveres de personas descuartizados frente a sus oficinas particulares en Boca del Río con un mensaje amenazador, opera con la mitad de los 21 delegados de la SSP que estuvieron al servicio del extitular de la dependencia, Arturo Bermúdez Zurita, actualmente en prisión por varios delitos.
Corrupción pura y simulación, pues.
El combate a la opacidad, falta de transparencia en las licitaciones públicas y en la prestación del servicio de grúas, impunidad, corrupción y complicidades abyectas con el crimen organizado, depuración, certificación, compra de armamento y adquisición de drones, es todo un cóctel de demagogia
del megalómano gobernador MAYL.
Por estas perlas o prietitos en el arroz se entiende por qué se ha disparado la pandemia de la inseguridad pública. El estado está de cabeza porque en materia de seguridad persisten los mismos vicios de corrupción y complicidades con algunos mandos medios con el crimen organizado. Vivimos una involución social.
Las altas esferas del poder público no han sido honestos con la sociedad civil que es la que paga los platos rotos por los trastupijes de los servidores públicos. ¿Qué certeza hay que los dineros públicos ministrados por el Sistema Nacional de Seguridad Pública se estén utilizando para lo que están etiquetados?
¿En que se están utilizando? Hace unos días fueron despedidos 250 policías acreditables olímpicamente por el entonces director de la Academia Regional de la Policía, porque curiosamente hay inacción de los dineros públicos destinados para fortalecer los programas de Seguridad Pública.
No hay un informe pormenorizado sobre la depuración policiaca, el porcentaje del incremento de salarios a policías que establece el SNSP, un listado de las licitaciones públicas y una norma que establezca por qué no se someten licitación la prestación del servicio de grúas en la entidad –de acuerdo con datos y testimonios se continúa trabajando con las mismas compañías corruptas de la era de Bermúdez Zurita- como cualquier otra empresa.
Esto ha desembocado en un Veracruz disfuncional. El crimen organizado lamentablemente ha puesto sobre las rodillas al gobierno del ‘Cambio’ aliancista. De otra manera, no se entendería los ríos de sangre que corren por las venas del estado. Las ejecuciones y daños colaterales son abominables. ¿Han servido de algo los blindajes?
Y la paradoja. Los altos círculos de la Secretaría de Gobernación, de la PGR y de Los Pinos, actúan con singular simulación y dobles. El culto a la personalidad, el incienso y la retórica populista queda plasmado en los Mass Media, pero en el fondo la ayuda es una burda quimera.
¿Cuántos muertos más quiere Los Pinos y el gobernador aliancista para que la intervención de las fuerzas castrenses sea masiva y mortífera para descabezar a los grupos criminales en Veracruz? ¿La estrategia policial de Israel que tanto se presumió para inhibir la delincuencia antes y después de la campaña electoral, resultó una enmascarada?
Una patraña.
Es hora de depurar y rectificar la política anticrimen para que Veracruz recupere la paz y concordia. El combate a la corrupción e impunidad debe ir de la mano con el discurso, pues de lo contrario, es una simulación de un gobierno cleptócrata. Comentarios a gau41@hotmail.com