La CDMX, el encanto de la historia
01 de Julio de 2015
Staff MARCHA / Ciudad de M茅xico
Caminar las calles del Centro Hist贸rico de la Ciudad de M茅xico (CDMX) no s贸lo es transitar por los 煤ltimos 700 a帽os de historia, sino tambi茅n converger con habitantes de toda la naci贸n con una profunda vocaci贸n de tolerancia y, por supuesto, una pisca del sabor chilango.

Los grandes monumentos hist贸ricos, como el imponente Templo Mayor, Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana y el Palacio de Bellas Artes, por mencionar algunos, s贸lo son la cereza del pastel. La convergencia de culturas y personas es la solides de la ciudad.

La ciudad novohispana que se construy贸 con las piedras de la destruida y derrotada Tenochtitl谩n, el concepto de soberan铆a, independencia, libertad e igualdad, son uno de los principales legados de la urbe, signo de un intenso cambio hist贸rico que pas贸 por la Reforma liberal y el Porfiriato, la Revoluci贸n y la posrevoluci贸n.

鈥淓l Centro Hist贸rico de la Ciudad de M茅xico es el coraz贸n vivo de nuestro pa铆s. Sus calles, plazas y edificios sintetizan los casi 700 a帽os de la dif铆cil historia de una gran ciudad y una naci贸n entera鈥, resume el Director General del Fideicomiso Centro Hist贸rico de la Ciudad de M茅xico, Inti Mu帽oz Santini.

La historia de nuestro Centro Hist贸rico ha sido la historia de sus reinvenciones, agrega.

La ciudad azteca naci贸 sobre un lago. La ciudad novohispana se construy贸 con las piedras de la destruida y derrotada Tenochtitl谩n; de la mano de pensadores como Sor Juana In茅s de la Cruz y Carlos de Sig眉enza y G贸ngora, la ciudad barroca conjug贸 la identidad diversa y confrontada que subyac铆a en la primer sociedad novohispana.

A la distancia, el pasado se respira y se siente por cada paso que se da en las ahora hermosas calles del Centro Hist贸rico, que han sido inyectadas con un presupuesto p煤blico local en los 煤ltimos diez a帽os de m谩s 400 millones de d贸lares para la recuperaci贸n del espacio p煤blico y la conservaci贸n del patrimonio arquitect贸nico.

鈥淟a ciudad de M茅xico鈥, resume el estudiante de historia Sergio Ra煤l Zapata Valencia, quien para ganar unos pesos es un gu铆a especializado, 鈥渞epresenta un concentrado de todo lo que es la Naci贸n mexicana.

Aqu铆, explica el joven originario de Puebla pero que se mueve, habla y respira como un chilango de coraz贸n, hay gente de los 31 estados, de diferentes grupos ind铆genas, un n煤cleo importante de la cultura mexicana y tambi茅n una ciudad que despu茅s de casi 500 a帽os de existir ha sobrevivido de todo.

鈥淎qu铆 se encuentran Yaquis con Mayas y Mazahuas hablando espa帽ol (鈥) ahora nos parece que siempre est谩 en crisis por el smog y los terremotos, pero cuando vez hacia atr谩s las inundaciones y epidemias dices: Que b谩rbaro鈥, suelta.

Con un gran conocimiento hist贸rico, considera que la CDMX es cabeza de imperio, es decir de esas ciudades que representan las entidades culturales y pol铆ticas poderosas e influyentes del mundo.

鈥淟a gente es s煤per variada, no tiene que ver con ning煤n estado porque se nutre de la migraci贸n de todos los estados, de todos los grupos 茅tnicos, aqu铆 no hay gente tan conservadora y la gente es abierta a ideas diferentes, a tratar con gente diferente. Es gente que vive m谩s la vida urbana鈥, relata.

El mosaico cultural e hist贸rico se ve reflejado en sus imponentes monumentos, como el Colegio de San Ildefonso fundado en 1588 por los jesuitas, escenario de la ruptura estudiantil con el poder en aquel fat铆dico 1968, pero tambi茅n escaparate para aquellos grandes muralistas como Diego Rivera, Fernando leal, David Alfaro Siqueiros, Ram贸n Alva, Jean Charlot, Ferm铆n Rvueltas y Jos茅 Clemente Orozco.

Por supuesto la Catedral Metropolitana, dedicada a la Asunci贸n de la Virgen Mar铆a y cuya construcci贸n se inici贸 en el a帽o 1524, con sus enormes secretos, como las criptas de los Obispos ubicadas en el subsuelo y los restos de una gran pir谩mide Tenochtitl谩n que sirvi贸 como cimientos para la edificaci贸n religiosa de 127 toneladas de peso.

Pasando por el Palacio Nacional, construido por Hern谩n Cort茅s en el mismo solar en el que se encontraba el Palacio de Moctezuma, y que hoy es s铆mbolo del poder gracias al cual decenas de manifestaciones irrumpen con violencia en sus puertas, aunque en realidad el presidente dej贸 de despachar en esos salones desde hace a帽os. Por supuesto que los murales de Diego Rivera, con su peculiar odio hacia el conquistador espa帽ol.

Pero en realidad la ciudad no ser铆a la gran urbe sin su gente, esa que arrastra las palabras con un tono especialmente chilango, esas frases que evocan al Tepito antiguo, a la Lagunilla de hace unos ayeres y a los gritos que salen de los templos del pancracio mexicano, tan querido y odiado por todos.

Y claro por aquellas cantinas que anta帽o desprend铆an olores a orina y que hoy son el refugio de miles de capitalinos que buscan sacudirse el estr茅s al lado del Dios Baco y en antiguas establecimientos que guardan un pedacito de la historia del otro M茅xico Antiguo.

Los bares La 脫pera, Mancera, Gante y las cantinas El Gallo de Oro y La Faena siguen siendo el escondite perfecto para olvidar o recordar amores, traiciones y amistades, y por supuesto, para olvidarse, de vez en vez, de la perra vida.