Reflexión

FELIPE CALDERÓN, CRIMINAL CONFESO

José



En resumidas cuentas no ganamos para vergüenza, pues queremos ser candil de la calle, cuando en la casa nos falta claridad y decisión política congruente...
Se dice, y se dice bien “a Dios rogando y con el mazo dando”, así es la conducta de los poseedores de la doble moral y el expresidente del “haiga sido como haiga sido”, Felipe Calderón Hinojosa se conduce como es, un cínico en todos los niveles, pues al ser increpado en Cancún, confesó que es un criminal y que volvería a hacerlo -si se le brindara la oportunidad, a la mejor con su esposa Margarita- para ultimar a quienes se le pongan enfrente, porque así lo hizo –dice- al declarar la guerra al narcotráfico.

De ahí el grito de: “asesino, asesino, asesino”, se dejó sentir en el salón donde dictaba una conferencia sobre democracia y aprovechó la ocasión para manifestar que en el caso de la guardería del estado de Sonora, donde murieron varios niños, ninguno de sus familiares tenía culpa alguna.

Sin duda que la oportunidad se la pintarían calva para acribillar de nueva cuenta, si se diera el caso, por supuesto utilizando al ejército mexicano, a quienes considerara que son delincuentes de todos los colores, sin respetar ninguno de los principios que consagra la constitución, como son los de publicidad, contradicción, presunción de inocencia, debido proceso ,etcétera, al fin que no tendría consecuencias, por aquello que, como Presidente de la República, solo podría ser acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común, aunque, se puede dar el caso que ya exista, en la corte penal internacional una acusación por delitos de lesa humanidad que no prescriben.

Los familiares de más de 100 mil muertos y desaparecidos que el gobierno de Felipe Calderón sembró en el país, con su mal llamada “guerra contra el narcotráfico” que emprendió exactamente al otro día de su toma de posesión y los organismos de derechos humanos no creo que no hayan presentado una denuncia en ese sentido, pues aunque tarde, son efectivas por ser delitos de lesa humanidad, es decir, imprescriptibles, porque aún está latente el caso de Acteal y aquella memorable caricatura de Rocha en La Jornada UNAM, que dice “hoy por ti mañana por mí” que ilustra la tragedia
que ha vivido México y que continúa viviendo con Ayotzinapa, de Peña Nieto.

En verdad que la desfachatez y el cinismo de Calderón es extremo, -no se podía esperar otra cosa- pues acudir a Cancún precisamente en los días en que se celebra la asamblea de la organización de Estados Americanos (OEA) para hablar de democracia ante jóvenes, cuando él es producto de un acto de corrupción extrema de la democracia, solo conduce a pensar que se han rebasado los límites de la decencia mal elemental, pero lo trascendente es la confesión de que no le preocupan los muertos de su sexenio y se llena de garbo sin remordimiento alguno ante el dolor de los miles de compatriotas para luego condenar porque en un país hermano -Venezuela- se libra una contienda interna alimentada por el imperialismo.

Los ánimos en el país están llenos de encono y enojo por la actitud del gobierno de Peña Nieto que, no conforme con continuar con la inseguridad y la criminalidad sin control y el alimento desmedido a la corrupción y la complicidad de los gobernadores y presidentes municipales, que no robaron solos, asume una actitud muy sospechosa en el caso del conflicto del país sureño exigiendo lo que no pone en práctica en su país, lo que se le revierte y le sale del tiro por la culata, pues cuando se tenía una política internacional de respeto, ahora se nos ningunea de manera tal que nos dejan sin autoridad moral para alzar la voz.

En resumidas cuentas no ganamos para vergüenza, pues queremos ser candil de la calle, cuando en la casa nos falta claridad y decisión política congruente, de manera tal que en cualquier momento, un perro más vendrá a orinarnos, porque aún está latente el ridículo del locuaz Vicente Fox Quesada, por añadidura panista y cómplice del fraude electoral que llevó a Calderón a la Presidencia de República, al pedirle a Fidel Castro, líder cubano, “comes y te vas” para que no se encontrara con el presidente norteamericano, una clara, elocuente sumisión y servilismo extremo.

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