PLANA MAYOR

El caballo de Troya: PVEM

Gaudencio



Pero lo que es peor e impensable en la nominación de los candidatos y sus planillas de los 212 ayuntamientos del Estado: predomina la influencia de los exgobernadores Fidel Herrera y Javier Duarte y, en menor grado, Miguel Alemán con la imposición de su exjefe de escolta, extitular de la SSP y egresado de universidades “patito”, Alejandro Montano Guzmán, para la alcaldía de Xalapa
El mañana para la clase política veracruzana del PRI es incierto, sombrío y nebuloso de cara a los comicios locales del próximo 4 de junio. La recuperación del ajedrez perdido a manos de la oposición del PAN-PRD, hoy gobierno, es un dilema con los pactos, manoseo y errores de novato de la cúpula estatal del tricolor.

Hay la impresión y percepción de la clase priista de viejo cuño que la dirigencia nacional del PRI que encabeza Enrique Ochoa Reza, tiene una óptica condicionada con las negociaciones de alto nivel entre los grupos políticos de contrapeso y de influencia que mueven la nomenclatura institucional con una delegada a modo.

El joven exdelegado estatal del ISSSTE, Renato Alarcón Guevara, más le valía no haber abandonado esa posición, desde que llegó a la cúpula del tricolor, el 29 de enero del 2016, se ha convertido en una marioneta de los grupúsculos que integran el Comité Estatal del PRI.

Pero lo que es peor e impensable en la nominación de los candidatos y sus planillas de los 212 ayuntamientos del estado, predomina la influencia de los exgobernadores Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte y, en menor grado, Miguel Alemán Velasco con la imposición de su exjefe de escolta, extitular de la SSP y egresado de universidades “patito”, Alejandro Montano Guzmán, para la alcaldía de Xalapa.

Es una aberración, una abominación a todas luces que tanto el CDE y el CEN del PRI estén avalado la injerencia de Fidel y Javier en la integración de las planillas edilicias, sin tomar en cuenta que ambos exgobernadores son responsables del quiebre de las finanzas del gobierno de Veracruz, de la descomposición social y del estado disfuncional que se registra en la entidad.

La cúpula nacional del PRI acordó en sendas concertacesiones internas armonizar con el consigliere de la fidelidad –a pesar de contar con denuncias penales en su contra por el bienio yunista y la expulsión de Duarte-, de acuerdo con registros de priistas que testimoniaron los encuentros con el reportero.

De esta manera, resolvió salomónicamente que la dirigencia estatal le cediera el 30 por ciento de la designación e integración de las planillas edilicias al excónsul en Barcelona, Fidel Herrera, el otro 30 a Héctor Yunes Landa, el mismo porcentaje a José Yunes Zorrilla y el 10 por ciento repartido a los testaferros Jorge Carvallo Delfín y Erick Lagos Hernández.

En las últimas dos semanas de finales de marzo, las negociaciones de la dirigencia novel priista y su cuadro de operadores fueron cruciales para el reposicionamiento y sobrevivencia del PRI con el examen y aprobación de candidatos con el ADN ganadores en la contienda del 4 de junio.

El papel de la delegada en Veracruz del tricolor, Lorena Martínez, nativa de Aguascalientes, prácticamente se la ha llevado de “muertito”. En lugar de despachar en las oficinas centrales del PRI, se la pasa la mayoría de las veces, atendiendo en la comodidad de los mejores hoteles y restaurantes del estado. Tal parece que tiene animadversión a los desencuentros
con los vetados por la “dedocracia”.

Por los pactos con los testaferros del fidelismo y duartismo, señalados con el dedo flamígero del bienio yunista–verbigracia los diputados federales Jorge Carvallo, Erick Lagos, Adolfo Mota, Antonio Tarek Abdalá Zaad, Edgar Spinoso, y el diputado local, Juan Manuel del Castillo González-, han aflorado manoseos y desaseos en la integración de las planillas edilicias en la primera semana de abril, pisoteando los estatutos priistas que podrían dar motivo de sanciones con cárcel de la fiscalía electoral.

Pero estas aberraciones tienen sin cuidado al orondo y timorato dirigente estatal priista y a la gris delegada priista. Les valió un bledo hacer negociaciones con la escoria duartista y deshacer las planillas y la nominación de los candidatos a las alcaldías, cuando ya estaban consensuadas desde la última semana de marzo, de acuerdo con los tiempos y el ritual político.

Lo más grave de las concertacesiones –término que se puso de moda en 1988 en el gobierno del innombrable Carlos Salinas de Gortari-, que los operadores del CDE y el CEN del PRI no han evaluaron el peso, el impacto, el bumerang que representa estar negociando con los legisladores que están en el banquillo de los acusados por causar el colapso del erario estatal.

Han pasado por desapercibido por omisión o comisión que están impulsado en las candidaturas a las presidencias municipales y en la integración de sus fórmulas edilicias el peor lastre de la era del fidelismo y duartismo, porque negociaron con el consigliere un 30 por ciento de las 212 alcaldías en juego que a la postre provocarán el tiro de gracia para lo que queda del PRI.

A este epílogo, hay que sumarle que don Fidel- término que significa en la mafia italiana como “jefe de la familia”-, quien tiene abierto un expediente del bienio yunista por desviación de fondos y quiebre de las finanzas del estado, está operando para que la clase priista respalde las candidaturas del PVEM en menoscabo de la supremacía del PRI.

Lo inexplicable es que la cúpula nacional priista, en lugar de sancionar y expulsar de las filas del PRI –como ya lo hizo con el exlíder nacional del tricolor, Humberto Moreira, por postularse a una diputación plurinominal del Partido Joven de Chihuahua-, al exgobernador Fidel Herrera, por convertir en el caballo de Troya al PVEM, lo complace ofreciéndole el 30 por ciento del pastel electoral.

Y paradójicamente, el líder nacional priista Enrique Ochoa se lava las manos como Poncio Pilatos por el cochinero que heredó en Veracruz el consigliere y excónsul en Barcelona, pero que a la vuelta, el 4 de junio, la sociedad civil se le presenta la coyuntura y la circunstancia para castigar con su voto a la partidocracia que le dio la espalda en la crisis social, moral y económica de Veracruz.

El futuro para las coaliciones del PRI-PVEM y PAN-PRD es incierto y sombrío. Simplemente, no respondieron las expectativas del electorado. El cambio fue una simple parodia. Comentarios a gau41@hotmail.com