Han empezado a acelerarse los tiempos en el interior del país, para dar paso pronto a la plena consumación en el papel legal de las reformas aprobadas en materia política electoral, cuyos beneficios o perjuicios habrán de tardar un tiempo para ser constatables.
En México estamos acostumbrados a crear leyes y a modificarlas alegando siempre mejorías para la sociedad, aunque, por desgracia, no somos los mexicanos igual de eficientes para la aplicación de esas leyes. He allí nuestra desagradable realidad en muchos temas.
Además, generalmente tales ordenamientos jurídicos derivan de posiciones estratégicas, y antagónicas muchas veces, de los partidos políticos, quienes a través de sus representantes legislativos imponen sus criterios no siempre apegados al sentir ciudadano.
Esto en nuestro país resulta cotidiano y si se duda habrá que decir que la reforma política electoral ha quedado confeccionada más bien al gusto de los señores del Partido Acción Nacional, que la utilizaron como moneda de cambio para respaldar al PRI en la reforma energética, con la que, por ejemplo, no comulga el PRD.
Difícil resulta así meter las manos al fuego por una u otra iniciativa convertida en ley, pues a cada una corresponde un interés o sello partidista antes que ciudadano. Difícil, entonces, también saber los reales beneficios que traerán en los hechos las nuevas disposiciones federales en la materia, a las que los estados tendrán que adaptarse para hacer extensiva y plena su aplicación en todo el país.
No es posible asumir sin más qué beneficios traerá a los mexicanos la reelección de senadores, diputados federales y alcaldes. Hay quienes argumentan puntos positivos en ello, pero innegablemente se corren riesgos de incubar cacicazgos con un legislador en el ejercicio del poder hasta 12 años o de sufrir tremendos saqueos y atrasos con presidentes municipales por seis años, si en tres ya se ve de qué son capaces muchos de ellos.
Adelantar la fecha de las elecciones y la toma de posesión del Presidente de la República habrá que averiguar realmente en qué favorece a la nación, en qué nos ayuda, cómo nos hace mejor país.
La unificación de las elecciones